Resolver los conflictos internos. Éstos nacen en la infancia y se pueden profundizar en la vida adulta. Son el resultado de relaciones poco satisfactorias o disfuncionales durante la infancia. Se manifiestan como heridas emocionales, malestar interno, daños en la autoestima, dificultades para establecer relaciones estables y sanas con los demás e improductividad en el trabajo y en la vida en general. Los conflictos se resuelven sanando el niño.