Vivir la espiritualidad. La autotrascendencia, la sabiduría, la espiritualidad humana y religiosa sólo se pueden vivir en plenitud si se ha alcanzado un estado profundo de paz y serenidad, resultado de vivir sin heridas interiores, y si además se vive adecuada, sana y amorosamente la relación con los demás.